Como cada sábado por la mañana, la madrileña plaza del Dos de Mayo está abarrotada. Y sin embargo, no es difícil reconocer en la distancia al grupo de personas con el que hemos quedado: por mucho que los viandantes vistan sus mejores galas, ellos ganan en elegancia.

Ha llovido mucho desde aquel revival de los ochenta, cuando mods y rockers campaban a sus anchas por las calles de las ciudades españolas. Y más desde que los primeros mods afloraran en la Inglaterra de principios de los sesenta. Hoy, el movimiento sigue vivo y goza de buena salud, aunque se mantiene como una subcultura residual. Nunca pretendió ser más que eso. De hecho, es posible que de serlo perdiese buena parte de su esencia elitista.

«Cuando yo empecé, en los ochenta, fue duro», recuerda Miguel Ángel, un mod veterano. «Eras un extraño entre tanta mediocridad, una persona diferente». La reivindicación de ese individualismo sigue presente hoy en las nuevas generaciones del ‘modernismo’, como ellos mismos lo denominan a menudo. «El movimiento mod es la salida a la monotonía y a la basura que ofrece el panorama musical y social actual», explica un joven Josete.  «Mod es innovar. Mod es ser diferente. Mod es compromiso. Mod es arrogancia, desde un punto de vista juvenil: voy a mi aire, pero aquí estoy. Miradme y preguntaos... ‘¿qué es eso?’», apostilla Iván.

Además de la estética y la actitud, la música está en el epicentro de la vida mod. Pero muchos torcerán el morro si se cita a The Jam o The Who. «Son clichés», apuntan con cierto desprecio, «como las parkas y los bowlings (zapatos de bolos)». O sea, mejor rebuscar entre viejas y desconocidas joyas en vinilo para bailar frenéticamente al ritmo de northern soul o blue beat, el nombre que se le dio en el Reino Unido al ska jamaicano.

Pese a todo, parece difícil huir de estereotipos, como las scooters, que siguen formando parte del ideario mod. El último en llegar a la plaza, Álvaro, lo hace a bordo de una flamante Lambretta cuya rueda de repuesto reza «Soul rebel». Es en esa rebeldía donde reside buena parte de la razón de ser de los mods. Jóvenes, rebeldes y hedonistas.

La pregunta es: ¿moda efímera de otra época o un estilo de vida atemporal? «Ser mod es ser joven, guapo y estúpido», dijo en su día Pete Townshend, de The Who. Parece que eso no se corresponde con la realidad de un movimiento con fieles de todas las edades. Claro, que también Townshend cantaba aquello de «Hope I die before get old» (Espero morir antes de llegar a viejo). Quizá el secreto sea permanecer siempre joven e inquieto de espíritu.

1. Música:  Northern soul, rythm and blues, blue beat... Todo mod es un auténtico enamorado de la música de los añorados años sesenta.

2. Estética: En sus orígenes, el movimiento mod era puramente estético. Como resume Iván en una frase: «Un mod siempre busca algo que lo diferencie».

3. Revival. Una palabra asociada a los mods: los más mayores son hijos del revival que en los ochenta recuperó el espíritu de los sesenta.

4. Inglaterra. Ciudades como Manchester o Londres fueron la cuna de este y otros tantos movimientos con la música como telón de fondo.

5. 'Scooters’. Popularizadas por los mods originales, eran un medio de transporte más barato (e infinitamente más personalizable) que los coches. Causaron -y siguen causando- auténtico furor.

6. Política. Aunque el movimiento mod no está ligado a ningún tipo de ideología (hay mods de derechas y de izquierdas), Ricky Gil, de Brighton 64, explica: «Por definición, ser mod es ser progresista, puesto que siempre persigue crear cosas nuevas y avanzar».

7. Puntos de encuentro: Festivales como el Euroyeyé o el The Beat Goes On, clubes como Le Clean Cut, en Barcelona, concentraciones, foros de Internet... el mundo mod está ahí fuera.